I/ CONTEXTO SOCIO-HISTÓRICO
La Edad Media europea se extiende desde la desaparición del Imperio Romano, ocurrida en el S. V, hasta el S. XV, época en la que se inicia el Renacimiento.
Toda la estructura social y política del Imperio romano se desmorona debido, entre otros factores, a una profunda y larga crisis económica, a las luchas políticas internas, a la dificultad para administrar un territorio tan amplio… Esta crisis, que se venía gestando desde el S III, facilita las invasiones “bárbaros”-tal y como las denominaron los romanos- desde el S. IV y V. Con las primeras invasiones, occidente queda fraccionado en reinos independientes.
En el S. V el deterioro de la actividad económica se agudiza aún más, lo cual supuso la miseria para amplias capas de la población. Las grandes ciudades casi se despoblaron, el comercio retrocede de forma alarmante, prácticamente desaparece. Se generó una economía basada en la agricultura de autoabastecimiento que empleaba una tecnología muy rudimentaria. La inmensa mayoría de los campesinos se veían obligados a trabajar unas tierras que no poseían, éstas eran de los nobles o de la Iglesia. La pobreza, la miseria y el hambre eran frecuentes.
En el S. VII-VIII los árabes llegan a España. Durante los S. IX-X se produce otra gran oleada de invasiones que asola buena parte de Europa.
Tras estas invasiones y la formación de los reinos germánicos, aproximadamente en el S. X-XI, se forma un sistema de organización social que será conocido como feudalismo. Lo más característico del feudalismo es la división de la sociedad en tres estamentos con funciones claramente diferenciadas: - los nobles cuya función era proteger militarmente a sus vasallos. Vivían en castillos y poseían enormes extensiones de tierra que trabajaban los campesinos en régimen de servidumbre. La nobleza estaba muy jerarquizada, en la cúspide se situaba el emperador.
-Los eclesiásticos tenían la función de velar por los intereses espirituales de toda la población. Poseían grandes extensiones de tierras, así como un fuerte control sobre la cultura y la ideología de la época. También estaban muy jerarquizados y en la cima se hallaba el papa.
-Los campesinos o siervos se encargaban de todo el trabajo manual, la mayor parte de las veces carecían de tierras.
Este sistema de organización social, que alcanzó su apogeo en los primeros siglos de la Baja Edad Media, se desmoronará debido, en gran medida, al desarrollo económico y la aparición de un nuevo grupo social que basa su poder en el dinero y no en la posesión de la tierra, ni en el linaje.
A partir del S. XII-XIII la situación económica mejora, se roturan nuevas tierras, se mejoran las técnicas agrícolas, aumenta el comercio, la población también crece. Las ciudades o burgos resurgen y se van convirtiendo, poco a poco, en focos de progreso económico y social gracias a la actividad comercial y artesanal. Aparecen las primeras Universidades europeas (S. XIII), inicialmente fueron corporaciones o gremios de maestros y alumnos que habían conseguido sus reglamentos y estatutos.
Las luchas entre el papa y los emperadores se recrudecen durante este periodo. Surgen las órdenes mendicantes que reivindican una vuelta a la austeridad evangélica.
II/ CONTEXTO CULTURAL Y FILOSÓFICO
Desde el punto de vista socio- cultural hay que recalcar el papel tan destacado que tendrán durante la Edad media -y en siglos posteriores- la religión cristiana y la Iglesia.
La religión cristiana, así como otras religiones mistéricas, alcanzaron una amplia difusión durante el Impero romano. A pesar de las persecuciones -cabe destacar las de Nerón (64 d. C.) y las de Diocleciano (303-)-, el cristianismo cuenta cada vez con más adeptos y acabará oficializándose. Constantino la convertirá en la religión oficial del Imperio (Edicto de Milán en 313, Concilio de Nicea, 325). Aunque Justiniano intentará instaurar el paganismo (361-3), con Teodosio el cristianismo se consolidó como la religión oficial.
la Iglesia se convierte en una institución con un poder político, cultural e ideológico incuestionable. En el terreno de la política coexisten dos poderes: el religioso, que gira en torno al Papa, y el político o “terrenal”, centrado en el emperador. Las luchas entre ambos para conseguir la supremacía fueron constantes: el papado llegará a convertirse en un Estado independiente que exige la subordinación del poder político, lo cual produjo tensiones continuas entre reyes y papas.
En cuanto a la mentalidad señalar que la sociedad medieval está inmersa en una concepción religiosa y teocéntrica que afecta todos los aspectos de la vida: económico, artístico, político, etc. La filosofía también recibió el influjo de las creencias religiosas, de hecho se supedita a la Teología. Los temas que se debaten son, preferentemente, de carácter teológico. Por otra parte, los hombres cultos eran clérigos.
Antes de centrarnos en el Cristianismo conviene mencionar algunos detalles de la cultura de este largo período histórico. En el S. IX, con el llamado el llamado “renacimiento carolingio”, se produce una recuperación de la actividad cultural mediante la creación de numerosas escuelas. Pero hasta esa época, en consonancia con los otros aspectos de la vida social, la cultura sufrió un serio retroceso. Estamos, además, ante una tradición cultural que se concentra y conserva en los monasterios.
En el S. XIII destaca la importante labor de traducción al latín de textos greco-latinos y árabes. Esto permitió recuperar numerosos manuscritos de los filósofos griegos, principalmente Aristóteles.
2.1. El cristianismo
El Cristianismo se presentó inicialmente como un religión revelada, salvífica, basada en creencias de gran arraigo en el pueblo judío: monoteísmo, mesianismo, resurrección de los muertos..., y en una serie de acontecimientos ocurridos en Palestina en el S. I , cuyo protagonista fue Jesús de Nazaret.
Sobre esa conciencia religiosa se irá construyendo, a partir del S II d. C., una filosofía cuyas etapas principales son la Patrística (S II-VI aprox.) y la Escolástica (S XI-XIII).
Esta filosofía cristiana introduce nuevas concepciones sobre la naturaleza, el hombre, la moral y la historia que se oponen radicalmente a la mentalidad griega. También produjo cambios importantes en la manera de plantear los problemas filosóficos y de ejercer la labor intelectual o racional. Tuvo lugar, por tanto, una “cristianización” de la filosofía debido a las nuevas ideas que se introducen desde la religión. (Ese contenido religioso está presente en muchas corrientes filosóficas posteriores, por ejemplo, filósofos de los siglos XVII-XVIII aceptan el creacionismo, elaboran pruebas para demostrar la existencia de Dios, etc. En general, la influencia de esta religión fue tal que la política, el arte, la literatura, la filosofía, la ideología... de la cultura occidental quedaron marcadas profundamente).
Pero también esa filosofía se “heleniza” al asimilar conceptos, categorías, formas literarias propias de la filosofía griega coetánea, sobre todo del Neoplatonismo.
Los factores que provocaron o facilitaron esa intelectualización del cristianismo fueron: la necesidad de fijar los propios dogmas religiosos para hacer frente a las herejías que estaban surgiendo en el propio seno del cristianismo, así como la necesidad de defenderse de las críticas provenientes de la filosofía pagana. Otro factor a tener en cuenta es que el ambiente ideológico de la época está muy inclinado hacia lo místico y religioso, lo cual favorecía la asimilación de filosofía y religión; esta asimilación también afectó a la filosofía “pagana”.
Las nuevas ideas introducidas por el cristianismo son las siguientes
2.1.1. Creación. Frente a la concepción griega del cosmos que afirma la eternidad de principios materiales y/o abstractos (arjé) a partir de los cuales se forma el Cosmos ya que, como había afirmado Parménides, de la nada absoluta no puede surgir el Ser. El cristianismo, por el contrario, afirma que el mundo fue creado por Dios a partir de la nada.
Esta afirmación implica la absoluta posición del mundo en la existencia, es decir, antes no había nada, sólo Dios. El mundo es resultado de un acto voluntario: existe porque Dios lo quiso, por tanto, ya no es una realidad necesaria sino algo radicalmente contingente, y esto significa que el mundo existe, pero pudo haber sido de otra forma o pudo no haber existido. El cristianismo, como se desprende de lo anterior, establece una diferencia radical entre el mundo y Dios: Dios es lo único necesario, él es el Ser, la verdadera realidad; lo demás es contingente.
Un tema constante para la filosofía cristiana es el de las relaciones entre el creador y lo creado, puesto que tienen que explicar cómo y por qué existe lo creado y cómo logra subsistir.
2.1.2. Dios. Los griegos defendían la existencia de muchos dioses. Filósofos como Platón y Aristóteles se aproximaron bastante a una postura monoteísta, pero aún así, postulaban la existencia de más entidades divinas. Por otra parte, sus caracterizaciones de lo divino no se aproximan al dios cristiano.
Para el cristianismo hay un único Dios al que se considera el Ser verdadero. Dios es espíritu, pensamiento, persona. Es lo primero y la verdad; todo surge de él y él es el fin de todo. Dios es amor, voluntad, pensamiento.
Una novedad de la concepción cristiana es la afirmación de que Dios es providente porque interviene directamente en los asuntos humanos, lo sabe todo antes de que ocurra. Y además, Dios ha entrado en la historia humana haciéndose hombre, en un momento y en un lugar concreto. Este hecho supone dotar de sentido a la historia de la humanidad.
La creencia de que Dios se ha hecho hombre y ha muerto crucificado en una cruz fue criticada insistentemente: el sufrimiento es incompatible con la inmutabilidad y perfección divina. Otro tanto ocurre con la creencia de que se haya encarnado en un hombre insignificante, hijo de un carpintero. Por otra parte, por qué siente predilección por un pueblo, el judío, y no por toda la humanidad.
Otro de los rasgos de Dios es su omnipotencia ligada estrechamente al monoteísmo: sólo si existe un único Dios puede ser omnipotente. Dios es omnipotente porque creó el mundo y puede alterar el curso de la naturaleza mediante los milagros (vs. la necesidad que regula el orden natural, según los griegos).
Un tema constante en la filosofía cristiana es demostrar la existencia de Dios, así como su naturaleza o esencia.
2.1.3. Historia. El tiempo es algo lineal y con sentido, su comienzo es la creación del mundo y su fin el Juicio Final, la llegada del Reino de Dios a este mundo. El sentido de ese tiempo histórico lo da la espera de la redención, de la salvación, tras la caída en el pecado.
Los griegos, por el contrario, defendían el eterno retorno, la repetición cíclica de los acontecimientos.
2.1.4. Antropología. El hombre es creado por Dios a su imagen y semejanza. Defienden la inmortalidad del alma, la resurrección en cuerpo y alma tras la muerte, idea que extrañaba mucho a los griegos.
Con respecto a la ética hay diferencias importantes entre los griegos y los cristianos, para aquellos el mal o el pecado es resultado de la ignorancia (intelectualismo moral); para éstos, es fruto de dos factores: de nuestra propia maldad, que nos inclina a infringir las normas, y de la libertad. El ser humano es libre porque ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza, es decir, como ser racional dotado de voluntad para querer. Pero esa libertad tiene que ver con el mal porque el hombre, si quiere, desobedece a Dios y peca. El pecado puede redimirse, aunque para la salvación se necesita de la gracia divina. La existencia humana oscila entre la condenación y la salvación.
Los pensadores cristianos analizaron el problema de la responsabilidad y culpabilidad moral.
2.1.5. Nueva concepción de la verdad y de la racionalidad. En este terreno se produjo un cambio radical con respecto a los griegos. Los filósofos griegos plantearon siempre la necesidad de llevar a cabo una reflexión racional y crítica para descubrir la verdad, esta labor exigía aceptar sólo aquello que la razón pudiera probar como verdadero mediante sus argumentos. Por otra parte, los griegos de la época del imperio estaban muy acostumbrados a la idea de que nadie posee la verdad absoluta (el proceso de sincretismo que tuvo lugar entre las corrientes filosóficas más importantes de la época sólo es posible si partimos de la base de que cada escuela tiene argumentos y fundamentos igualmente sólidos para defender sus tesis).
Los cristianos, por el contrario, hablan de una verdad absoluta, sobrenatural, a la que la razón no puede acceder y que hay que aceptar por un acto de fe. Los dogmas religiosos se toman como la verdad, como la verdad incuestionable porque es la palabra de Dios revelada a los hombres. Para acceder a esta verdad la razón necesita ser “iluminada” o ayudada por la fe. Esto va a suponer que la filosofía estará supeditada a la teología y si hay desacuerdos será la filosofía la que cometa los errores, jamás la teología.
El cristianismo “sacraliza” unos textos, los Libros Sagrados, con lo cual la razón se ve supeditada y sometida a un contenido que ella no puede probar completamente; además, pierde su autonomía porque se le impone una autoridad ajena a ella misma.
Por otra parte, hay que señalar que interesan fundamentalmente aquellos temas que están relacionados con la salvación del alma.
2.2. Problemas fundamentales de la filosofía medieval
2.2.1. Las relaciones entre razón y fe
Un problema constante de la filosofía cristiana es el de las relaciones entre razón y fe. La filosofía es un discurso elaborado por la razón, la fe es la aceptación voluntaria de algo que parece absurdo e indemostrable. Se trata de una relación controvertida: ¿Son compatibles la razón y la fe o, por el contrario, son irreconciliables? ¿la razón puede colaborar en el esclarecimiento de algunos dogmas, o la fe se basta a sí misma? ¿qué papel juega la razón si la fe proporciona por sí sola el conocimiento, asegura la salvación, etc.?. El problema es que si el creyente es consecuente con su fe religiosa, no buscará qué cosas son las que puede conocer (actitud racional), sino cómo puede llegar a asentir racionalmente aquello en lo que cree, puesto que correría el grave riesgo de pensar racionalmente una cosa y creer otra radicalmente distinta.
Esta cuestión tuvo varias soluciones: a) para los primeros pensadores cristianos bastaba con la fe, la razón no aportaba nada; b) para buena parte de los pensadores medievales, incluyendo a los agustinistas y a Aquino, aunque hayan diferencias de matices, la fe y la razón debían colaborar en el esclarecimiento del dogma, aunque la filosofía estaba supeditada a la teología: "Creer para comprender y comprender para creer". Otros, como los Averroístas latinos y los nominalistas, defendían la autonomía de la razón y la fe.
2.2.2. La demostración de la existencia de Dios
Las pruebas más importantes elaboradas durante la Edad Media para demostrar la existencia de Dios fueron las siguientes:
a) La vía de interioridad: El alma, como había afirmado Agustín de Hipona, capta en su propio interior las verdades inmutables cuyo fundamento sólo puede ser Dios.
b) El argumento ontológico. Anselmo de Canterbury, quien formuló por primera vez este argumento, afirma lo siguiente: todos los humanos tienen una idea o noción de Dios. “Dios” significa el ser más grande (perfecto) que se pensar. Un ser tal ha de existir no sólo en nuestro pensamiento, sino también en la realidad, ya que sería imposible pensar otro mayor o más perfecto que él. Por tanto, Dios existe no sólo en el pensamiento sino también en la realidad.
c) Las pruebas a partir del mundo o las “Vías” de T. de Aquino. No podemos tener un conocimiento directo e inmediato de la existencia divina porque no conocemos su esencia, pero su existencia puede demostrarse a partir de lo que los humanos conocemos de modo más directo a través de los sentidos: la realidad sensible.
Estas pruebas parten del efecto (lo creado, el mundo) y llegan hasta la causa (Dios), basándose en el principio de causalidad y en la imposibilidad de una serie infinita de causas.
2.2.3. El orden cósmico y moral
Con respecto a estos temas, la filosofía medieval asimiló la concepción griega de la naturaleza basada en las categorías de orden y necesidad. Ese orden necesario lo hicieron depender los cristianos de su Dios creador y providente que no sólo era el fundamento del orden natural, sino también del orden moral, que también forma parte del orden de la naturaleza.
Estas tesis las comparten tanto Agustín de Hipona como Aquino. Sin embargo, los nominalistas y, en especial, Ockham, están en contra de las limitaciones a la voluntad absoluta de Dios que subyacen en los autores mencionados. Los nominalistas defienden que la omnipotencia divina no tiene límites: si Dios lo hubiese querido el mundo habría sido de otra forma, nada limita o determina su voluntad. Por tanto, las leyes de la naturaleza son contingentes, otro tanto ocurre con las leyes o preceptos morales, éstos no pertenecen a ninguna ley natural necesaria. Si Dios lo hubiese querido, podría haber creado un universo en el que el robo, el adulterio, por ejemplo, estuviesen permitidos.
2.2.4. El problema de los Universales
Fue un tema muy debatido desde el S XII. La forma en la que se abordó este problema se debe a Porfirio y a Boecio. Porfirio en su introducción al libro de las Categorías de Aristóteles formula, sin resolver, los siguientes interrogantes: ¿Los géneros y especies (o sea, los conceptos universales) son entidades subsistentes (algo real) o son sólo conceptos mentales? ¿son sustancias materiales, corpóreas o bien inmateriales? ¿están separados de las cosas sensibles o se encuentran en ellas?.
La cuestión de fondo que se debate es la "objetividad" de los conceptos mentales que empleamos para referirnos a la realidad y comprenderla. ¿Qué objetividad y certeza podemos tener en esos conceptos mentales que empleamos cuando resulta que éstos son universales y la realidad extramental, por el contrario, está constituida por cosas individuales, singulares? ¿Qué certeza podemos tener en nuestro conocimiento, sobre todo en la ciencia, si resulta que todo conocimiento se expresa mediante juicios y conceptos universales? ¿los conceptos universales tienen un fundamento seguro en la realidad extramental o son sólo ideas arbitrarias? ¿Cómo se forman esos conceptos en la mente humana?.
El problema se remonta a la filosofía griega, se rastrea ya en Platón y su búsqueda de una realidad universal y permanente para el conocimiento y la ciencia. Volviendo a la Edad Media, Abbagnano señala que hasta el S. XI-XII ningún pensador se cuestionó que los universales fueran las ideas-arquetipos que están en la mente divina y que las formas se hallan impresas en las cosas por la acción creadora de Dios. El hecho de que se plantee y se propongan soluciones alternativas a la tradicional es síntoma de una nueva valoración del hombre y su racionalidad -dada la relación entre universal y conocimiento-, así como de un interés mayor por la naturaleza. La disputa que tuvo lugar entre realismo y nominalismo suponía no sólo una discusión lógica, sino también la aceptación de una interpretación teológica de la realidad (realismo) o su rechazo (nominalismo).
Las posturas que se adoptaron en la Edad Media fueron las siguientes:
Realismo exagerado: Los universales (por ejemplo, "hombre", "caballo", "árbol", etc.) son "algo" real, son una "cosa" que existe del mismo modo que es pensada, es una unidad sustancial de la que participan los individuos concretos. Postulaban, pues, la existencia de una correspondencia exacta entre el pensamiento y las cosas.
Nominalismo: Afirman que lo único que existen son individuos, por tanto, a los conceptos mentales universales no les corresponden en el plano de la realidad objetos que sean igualmente universales y abstractos. Los conceptos universales son o bien "palabras" que no se refieren a nada, o bien “nombres” que tienen la capacidad referirse a muchas cosas individuales y que en la proposición tienen la función de designar objetos que guardan semejanzas entre sí (semejanzas sin más, no hay esencia universal detrás). No hay nada universal en las cosas extramentales que sea del tipo de las esencias, sino que toda sustancia es completamente individual, y lo único real es el individuo, pero no el individuo y su esencia como otro componente más.
Realismo moderado: Afirma que los universales están en la mente humana y se corresponden a la forma o esencia de la cosa concreta y singular. Lo que existe son individuos, pero esos individuos poseen características esenciales o universales. El entendimiento abstrae esos rasgos y forma el concepto universal. Esta postura fue anunciada por Aristóteles y es la que mantiene Tomás de Aquino.
2.3. Principales corrientes de la filosofía cristiana medieval
2.3.1. El agustinismo medieval
En los primeros siglos de la Edad Media predomina el cristianismo platonizado. Esta corriente se desarrolla gracias a las contribuciones de distintos autores, destacamos a Agustín de Hipona, Pseudo-Dionisio (S. V), cuya gran aportación fue la teología negativa, el filósofo árabe Avicena (X-XI), Anselmo de Canterbury (S. XI), autor del argumento ontológico…
Las tesis principales de esta corriente son: a) La defensa de la colaboración entre razón y fe para el esclarecimiento de la verdad cristiana.
b) El ser humano consta de dos sustancias distintas. El alma posee un conocimiento directo de sí misma.
c) Defienden, en el ámbito de la ética y la psicología, la primacía de la voluntad sobre el entendimiento.
d) Mantienen la teoría de la iluminación. Gracias a ella podemos conocer las verdades universales.
e) Su concepción de la naturaleza se basa en el ejemplarismo (las ideas son modelos perfectos), el hilemorfismo y la pluralidad de formas.
2.3.2. El Averroísmo Latino
La aparición y expansión del Islam fue un hecho decisivo en la Edad Media, que también tuvo repercusiones en la cultura. Gracias a sus conquistas (Siria) entraron en contacto con ciertos reductos de la cultura griega clásica. Se tradujeron al árabe las obras de Aristóteles y sus comentaristas. Al principio los filósofos árabes adoptaron un aristotelismo muy platonizado, el máximo representante de este aristotelismo platonizante fue Avicena. Posteriormente, Averroes (Cordobés del S. XII) eliminó esas influencias, dando a conocer a un Aristóteles más puro.
En el S. XII se inicia una intensa labor de traducción, directamente del griego al latín, de la filosofía griega. Aristóteles se difunde y conmociona a occidente. En la Universidad de París se forma un movimiento aristotélico conocido como Averroísmo Latino.
Las principales tesis de este movimiento fueron: a) La eternidad del mundo (Aristóteles frente al. creacionismo cristiano).
b) El alma individual no es inmortal. Sólo es inmortal el entendimiento que, estando presente en todos los humanos, sin embargo, es el mismo para toda la humanidad. Esta es una tesis inadmisible para el cristianismo, si se niega la inmortalidad del alma, la doctrina de la salvación carece de sentido.
c) La teoría de la doble verdad. Existen dos tipos de verdades, las de la fe y las de la razón, que no están supeditadas a las otras. Defienden la autonomía de la razón y la filosofía.
2.3.3. El aristotelismo no averroísta. Aquino.
Alberto Magno y, sobre todo, Tomás de Aquino fueron los autores de la síntesis entre la filosofía de Aristóteles y la ortodoxia cristiana.
Aquino se opuso a los averroístas en los puntos que resultaban contrarios a la fe. Estaba convencido de que la filosofía de Aristóteles es compatible con la fe cristiana.
2.3.4. El nominalismo del S. XIV
El S. XIV fue un período de crisis que afectó tanto a la política como a la cultura. Los filósofos de la época, entre los que destaca Guillermo de Ockham, fueron muy críticos con la escolástica. La escolástica había elaborado grandes síntesis entre la ortodoxia cristiana y la filosofía griega, como, por ejemplo, el sistema filosófico de Tomás de Aquino. Los escolásticos del S. XIV desconfían de tales síntesis porque introducen dentro de la doctrina cristiana ideas que son incompatibles con ella. Así tenemos que la concepción griega de la naturaleza basada en la categoría de necesidad es contraria a la tesis de la omnipotencia y libertad divina (Si las ideas o esencias eternas e inmutables están en la mente divina, Dios crea de acuerdo con unos modelos necesarios, por tanto la voluntad soberana de Dios para crear el orden existente queda seriamente limitada).
De la filosofía de Guillermo de Ockham destacamos los siguientes puntos:
a) Nominalismo. Según este autor lo universal, es decir, los conceptos universales (“Hombre”, “árbol”, “triángulo”, etc., sólo existen en la mente humana. Todo lo que existe extramentalmente son seres o cosas individuales, que tampoco comparten ninguna esencia o sustancia común. Los individuos se asemejan entre sí, pero no porque haya algo en/ dentro de ellos que sea universal.
El universal o concepto, que existe en la mente, tiene la función de referirse a muchas cosas y en la proposición aparece como el término o nombre que hace las veces de esas cosas que son semejantes.
b) Voluntarismo. Defiende la preeminencia, tanto en Dios como en el ser humano, de la voluntad sobre el entendimiento. Esto significa que nada limita la voluntad omnipotente de Dios: no hay ideas que limiten o encaucen su poder. De aquí se sigue la absoluta contingencia del orden natural: el mundo es así porque Dios lo ha querido, no porque haya ningún orden necesario que lo determine. Por tanto, todo podía haber sido de otra manera.
c) Principio de economía. Este principio metodológico suele formularse del siguiente modo: no hay que multiplicar los entes sin necesidad. A la hora de explicar un hecho no hay que suponer más entidades que las estrictamente necesarias. Para Ockham sólo eran necesarias, dentro del ámbito de la filosofía, las entidades de las que tenemos un conocimiento intuitivo o a partir de la experiencia, y las que se deducen necesariamente de lo que se conoce a través de la intuición. Y en el ámbito de la fe, las entidades exigidas por los artículos de fe.
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