domingo, 12 de julio de 2009

Aristóteles

I/ BIOGRAFÍA Y OBRAS.

Filósofo griego del S. IV a. C. Fue discípulo y amigo de Platón y tutor de Alejandro Magno. Fundó el Liceo. De entre sus numerosos escritos podemos destacar los siguientes: Física, Metafísica, Etica a Nicómaco, Política.
Su pensamiento evoluciona desde la etapa inicial claramente platónica hasta la elaboración de su propia doctrina que se separa en muchos puntos de las tesis más extremas de la Teoría de las Ideas.


Respecto a las influencias recibidas de Platón cabe destacar los siguientes aspectos:
a) Conocimiento: Al igual que su maestro, Aristóteles mantiene que el verdadero conocimiento (o episteme) es conocimiento de lo universal, y eso universal se corresponde a las causas o principios del ser.
En cuanto al método, Aristóteles rechaza la dialéctica platónica, él adopta la demostración cuyo esquema es el silogismo.
b) Realidad: Aristóteles rechaza que las ideas estén separadas de las cosas, este carácter trascendente de las Ideas, a juicio de Aristóteles, plantea dificultades tan graves como la imposibilidad de explicar la naturaleza de las cosas sensibles porque la esencia o Forma de las cosas (la Idea, según Platón) está separada de ellas por lo que tampoco se podrán explicar los movimientos y cambios de los seres concretos ya que las dos causas más importantes (formal y final) están igualmente “aparte” de ellos.
Aristóteles sostiene, frente a Platón, que el ser de las cosas, su esencia, no está en una realidad “aparte”, la inteligible, sino en las propias cosas determinando tanto sus rasgos específicos o definitorios, como los cambios y movimientos que pueden acontecerle a ese ser dada su esencia. El ser por excelencia para Aristóteles es la sustancia.
Añadir, además que a diferencia de Platón, Aristóteles no relega a un segundo plano la realidad sensible o Physis -recordemos que según Platón el cambio y la multiplicidad de lo sensible impedían que fuera objeto de un conocimiento universal y necesario-. Aristóteles convierte a esta realidad en objeto de un conocimiento que pretende ser científico.
c) Ética. Aristóteles fue crítico con la Idea del Bien platónica. Considera que, aún concediendo que exista la Idea del Bien, pues en primer lugar habría que demostrar su existencia, ésta no sirve de mucho en y para la práctica, es decir, para la toma de decisiones y la orientación de la conducta. El Bien tiene que estar dentro del horizonte de lo humanamente alcanzable. Por otra parte, no hay un único bien o fin, sino múltiples bienes.
Por otra parte, la virtud para Aristóteles no es sólo conocimiento racional o verdadero del Bien y los restantes valores, sino una cuestión de práctica y de voluntad, de lo que se trata es de que en nuestro carácter arraiguen ciertos hábitos. Sin embargo, esto no significa un rechazo de la razón. La razón o "sabiduría práctica" interviene en la elección del término medio.



II/ EL SER. LA SUSTANCIA
La pregunta por el "ser" aparece en Aristóteles como una pregunta por la sustancia u ousía. En una primera aproximación podemos decir que la sustancia, para Aristóteles, es el individuo o ente concreto que, desde el punto de vista ontológico, existe como una unidad indisoluble entre los caracteres esenciales y los caracteres accidentales. (Y desde el punto de vista de la lógica y el pensamiento, la sustancia es el sujeto de la proposición o juicio, sujeto al que atribuimos una serie de predicados mediante los cuales determinamos lo que es. Unos de esos predicados expresan los rasgos o caracteres esenciales y otros los accidentales).
La sustancia es el ser individual que existe de forma independiente (la sustancia es este hombre concreto, aquel otro, es este caballo, ese árbol, etc.) pero no es algo único, existen muchas y muy diversas sustancias (la oposición al carácter único del ser de Parménides es obvia). A esas sustancias individuales se les atribuyen las distintas formas del "ser" que Aristóteles denomina categorías. Esas categorías vienen a ser los modos generales en los que se da o existe la sustancia concreta. Uno de esos modos recibe el nombre de "sustancia", en concreto, “sustancia segunda”; las restantes categorías son los otros modos de acuerdo con los cuales el ser existe: en un tiempo, lugar, con cualidades, realizando una acción... Estos también son aspectos reales y concretos del ser, aunque modificables, por tanto, accidentales.
Esta mención a las categorías nos permite explicar la distinción aristotélica entre sustancia primera y sustancia segunda.
-Sustancia primera: es el ente o ser individual y concreto que existe con sus características tanto esenciales como accidentales. Lo primero, lo real, es el ser individual que actúa como "soporte" de una serie de atributos, o como unidad en la que se reúnen la serie de predicados y/o características que se pueden dar en ese ser.
-Sustancia segunda: es la esencia o forma que se expresa en la definición, dicho de otro modo, es la respuesta a la pregunta ¿qué es...? (pero no las respuestas al cuándo, cómo, dónde... es o existe). Es el género o la especie. Son el conjunto de rasgos esenciales y definitorios del ser o ente concreto, rasgos que no pueden faltarle porque ese ser dejaría de ser el que realmente es y, además, resultaría incognoscible, puesto que el conocimiento es conocimiento de lo universal, de la esencia.
La sustancia segunda es lo universal y común que se da en la sustancia primera; pero mientras las sustancias primeras son finitas, la sustancia segunda es eterna, aunque sólo existe en la sustancia primera.
Los seres naturales son sustancias. Otros tipos de sustancias son los cuerpos celestes y el Primer Motor Inmóvil.


Las diferencias con respecto a Platón resultan evidentes. Para Aristóteles lo que existe, lo verdaderamente real, ya no son las Ideas, sino el ente o ser concreto que existe con sus rasgos esenciales y accidentales. El mundo real ya no es el inteligible, sino este mundo plural y cambiante, este mundo constituido por muchas y muy variadas sustancias que, además, se hallan sometidas al devenir, a la generación y la corrupción.

La Filosofía Primera o Metafísica estudia "el ser en cuanto ser y sus atributos esenciales", con esto se quiere decir que no se ocupa de una clase de seres en concreto, como hacen las otras ciencias particulares, sino de lo más universal y abstracto que existe y eso es, precisamente, el ser considerado como sustancia. La Metafísica se ocupa de la sustancia porque todas las cosas o son sustancias o son accidentes de la sustancia. Dicho de otra forma, se ocupa de lo común a todos los seres con independencia de lo que sean en concreto, y eso común a todos es el hecho de "ser", de "ser" o bien una sustancia concreta, la que sea; o bien una afección de la sustancia, en el sentido de que "es" una cualidad, una relación, un modo..., o sea, un rasgo accidental de la sustancia.
La metafísica se ocupa también de los principios o causas más generales del ser: las cuatro causas y, a su vez, los primeros principios o axiomas de la demostración. Y por último, señalar que es la ciencia que se ocupa de un tipo especial de ser o sustancia: la sustancia separada e inmóvil, llamada también Primer Motor Inmóvil o lo "divino".



III/ CAUSAS Y PRINCIPIOS ONTOLÓGICOS DE LA NATURALEZA

3.1 Concepción aristotélica de la Naturaleza
Aristóteles define, en ocasiones, la Naturaleza como principio interno del movimiento y del reposo, que se da en los seres naturales. Esto significa que la Forma, esencia o naturaleza de cada ser determina el tipo de funciones, actividades y cambios que son propios de ese ser. Las actividades y cambios que ese ser despliega a lo largo del tiempo están encaminados al logro de un determinado fin, éste fin es la actualización o pleno desarrollo del propio organismo. Por ejemplo, la actividad natural de una encina es ir creciendo y transformándose desde que es una bellota hasta que alcanza el aspecto de un árbol que da frutos. Alcanzar la plenitud del estado de adulto es la actualización de ese ser natural. Frente a este proceso de cambios, tenemos otros que ya no son propios de ese ser, es decir que ya no son naturales, por ejemplo, un rayo podría partir el árbol y destruirlo; el leñador podría cortar las ramas para que el carpintero fabrique una mesa. Estos cambios son accidentales (violento, el primero, el del leñador; técnico, el segundo, el del carpintero).
Bien, pues, la naturaleza de cada ser, según Aristóteles, tiende a alcanzar su actualización, su fin es lograr la máxima perfección. Hay una finalidad interna que orienta el cambio y el movimiento de todos los seres naturales hacia su propio bien, y ese bien no es otra cosa que alcanzar su desarrollo completo, pleno, perfecto. La forma o naturaleza determina el fin o bien o acto que ha de alcanzarse. La concepción aristotélica de la naturaleza es teleológica (telos: “fin”, “bien”), pero a diferencia de Platón, la teleología que defiende Aristóteles es inmanente al propio ser. Para Aristóteles no existen las Ideas entendidas como realidades trascendentes (“trascendente”: lo que tiene existencia separada o independiente), por tanto, tampoco existe el Bien como realidad única y separada. Por el contrario, afirma Aristóteles, el bien es inmanente y múltiple, y como ya hemos señalado, es la tendencia inserta en cada ser que lo orienta hacia su propia perfección (tampoco el “bien” se determina en función de las necesidades o intereses humanos).
Es muy probable que la convicción de que los seres tienden a lograr su perfección tenga su origen en los estudios biológicos que realizó Aristóteles. (Si a Platón le interesaban las matemáticas; a Aristóteles, por el contrario, le atrae la observación directa de los animales y plantas).


3.2. La Naturaleza como Materia y Forma
La sustancia, en concreto el ser natural, es un compuesto de Materia (Hylé) y Forma (morphé). Sólo por motivos de análisis nuestra razón establece una distinción entre materia y forma. En la sustancia o ente real ambos principios están indisolublemente unidos. Esta teoría también se conoce como teoría hilemorfista.
El ser natural es el que es porque la materia queda organizada o estructurada por la forma. Lo que existe o se genera es un compuesto de materia y forma, pero ni la forma ni los cuatro elementos (agua, tierra, aire, fuego) se generan.


-Materia.
Se define como "aquello de lo que está hecho algo", "aquello a partir de lo cual algo llega a ser". La materia es un principio receptivo que soporta los cambios y recibe la determinación o configuración de la forma.
La materia es la que hace que los seres que pertenecen a la misma especie se diferencien unos de otros, de ahí que se la considere "principio de individuación".
Aristóteles distingue entre materia prima o primera que es lo indeterminado, sin cualidades, pura potencialidad, que no puede existir independientemente; esta materia es eterna. Y materia segunda o próxima que es la materia que ya está cualificada y organizada por la forma. Por ejemplo, el mármol de la estatua, la carne y los huesos de los animales...

-Forma.
Es la esencia, el género o la especie tal y como se expresa en la definición; es la sustancia segunda. Es aquello en lo que consiste verdaderamente un ser natural; es lo universal, común y permanente que se da en todos y cada uno de los entes que pertenecen a la misma especie o género. Al ser lo universal, común y permanente se puede definir y conocer científicamente. Hay que recalcar que lo universal y común se da siempre en un ser concreto.

La forma es también el principio del movimiento que, desde dentro del propio ser, determina o regula todos los cambios y transformaciones que se dan ahora o se darán en ese ser, precisamente, por tener la esencia que tiene. En este sentido se dice que el movimiento es inmanente al ser natural. Por ejemplo, la forma "hombre" determina necesariamente ciertos movimientos: crecer, andar, procrear..., permite otros: nadar, e impide otros como volar con nuestras manos.

La forma es el principio del movimiento y, a la vez, es el fin o telos que dirige el proceso del devenir del ser natural. Todo ser natural tiende a lograr su máximo perfeccionamiento o "bien", ese es su fin.
(En los seres naturales la forma es el alma y dependiendo del tipo de alma los seres tendrán unas funciones u otras).

El problema platónico de la "participación" entre Idea y cosa concreta lo resuelve Aristóteles haciendo que la esencia (que para él, al igual que para Platón, es algo real, abstracto, eterno, universal) se dé en el ser concreto, informando a la materia de la que está compuesto. Resuelve, además, el problema del movimiento al dinamizar la forma y convertirla en el principio que determina y encauza el movimiento.
De acuerdo con la teoría de Platón, no es posible afirmar que tal cosa es, por ejemplo, que tal individuo es un humano; a lo sumo podemos decir que tal individuo “participa de” o “imita a” a la Idea “ser humano”. Si no podemos afirmar que tal individuo es humano, entonces la esencia “ser humano” no es la que lo está determinando. Las Ideas tampoco pueden ser la naturaleza de las cosas porque el principio que determina sus actividades y movimientos no puede estar separado de ellas.


3.3. La Naturaleza como Acto y Potencia
Con estos dos principios ontológicos Aristóteles completa su concepción del ser, y en concreto del ser natural, como un ente sometido al movimiento. También hace frente a Parménides y sus seguidores, quienes declaraban irracional o imposible el cambio porque el Ser es y no puede transformarse en No-ser (si es o existe no puede dejar de ser), y del No-ser no puede surgir el Ser (de la nada no puede surgir algo).
Aristóteles refuta esta argumentación estableciendo dos formas de no-ser: el no-ser relativo y el no-ser absoluto, de modo que el cambio o movimiento transcurre entre un no ser relativo o ser en potencia y el ser o ser en acto. El movimiento no se da entre un no ser absoluto y el ser, como afirmaba Parménides.

-Potencia o estar en potencia es la posibilidad que está inscrita en algo para llegar a ser un ente concreto, aunque en ese momento concreto no lo sea; o para pasar de un estado a otro. Se dice que algo "es o está en potencia" (dynamis) cuando todavía no es plenamente, pero podrá llegar a serlo.

La potencia es un no ser relativo, algo que está a medio camino entre el no ser absoluto y el ser ya realizado; sin embargo, la potencialidad es algo real por cuanto representa la capacidad efectiva para llegar a ser.

La potencia se relaciona con la materia porque la materia es el soporte o sustrato capacitado para recibir la ordenación o estructuración de la forma. La materia es algo, pero no lo es ni definitiva ni completamente; ahora bien, podrá llegar a ser algo.

-Acto es lo que un ente ya es. Es el "acabamiento", el "cumplimiento" o el punto de llegada de lo que previamente había sido potencialidad o posibilidad para llegar a ser.
Se puede decir que el acto es la 'acción' u 'obra' por la cual algo deja de ser potencialidad, posibilidad, y logra su "perfección". A ese estado final de perfección lo denomina Aristóteles entelequia. Ese "bien o "fin" es algo determinado por la forma o la especie.


3.4. La teoría de las cuatro causas
Sabemos ya que conocer las causas por las que se produce un determinado fenómeno es un requisito imprescindible para el conocimiento científico. La razón es obvia, las causas pertenecen a la propia estructura del ser, son condiciones necesarias para que el ser o el ente exista teniendo las características que tiene y, a su vez, son necesarias para explicar científica o racionalmente la realidad.

Aristóteles se atribuye el mérito de ser el primero en utilizar correctamente todas las causas. El mismo reconoce que algunas de estas causas fueron descubiertas por sus predecesores, pero cometieron el fallo de no emplearlas todas.
Esas causas son las siguientes:
-Causa material: aquello de lo que está hecho algo. Ej. ser natural: carne, huesos; ser artificial: barro, bronce. Esta causa se refiere a los constituyentes materiales sobre los que van a operar las demás causas.
-Causa formal: aquello en lo que consiste algo. Es la esencia o "paradigma" que hace al ente ser el que es. Por ejemplo: ser natural: su esencia; ser artificial: su ordenación o estructura.
-Causa eficiente o agente: aquello que produce el movimiento, lo que inicia o detiene el proceso del devenir. Ej. ser natural: los progenitores y el propio ser; ser artificial: el artista.
-Causa final: aquello para lo cual algo es o llega a ser, aquello hacia lo que algo tiende; es el propósito por el cual se inicia y lleva a cabo el movimiento, de manera que los pasos intermedios ocurren de acuerdo con los "dictados" de esta causa.

En el ser natural estas causas se reducen a dos: la causa material y la formal que incluye a las dos restantes. La causa agente es el progenitor, pero también el propio ser que se transforma a sí mismo siguiendo los dictados de su propia esencia o forma; forma que es, a su vez, el fin o "entelequia" que orienta y concluye el movimiento del propio ser.



IV/ ETICA Y POLITICA EN ARISTOTELES

4.1. Relaciones entre Ética y Política
Ambas disciplinas, la ética y la política, pertenecen a las ciencias prácticas. Conviene tener presente que estamos ante ciencias que no son tan rigurosas y deductivas como la Física o las Matemáticas; ahora nos movemos en el terreno de las generalizaciones elaboradas a partir de lo que los hombres hacen y dicen sobre la acción, lo bueno, lo justo.
La ética estudia el estilo de vida necesario para conseguir la felicidad; la política, por su parte, estudia las leyes y las constituciones que garantizan ese estilo de vida. Pero una y otra están estrechamente relacionadas porque el hombre es "animal político" y sólo dentro de la comunidad es como se "humaniza" y moraliza; el fin del Estado no es otro que la moralización y la felicidad de sus miembros, pero este fin también depende de los hábitos que hayan ido adquiriendo las personas.
La finalidad de la ética y la política es la misma: armonizar al individuo con la colectividad.
No obstante, Aristóteles considera que la Política es la ciencia suprema. Ello se debe a que: a) busca el bien común antes que el estrictamente individual;
b) investiga las condiciones sociales y políticas necesarias para lograr la felicidad y la justicia;
c) utiliza en su provecho los resultados de las otras ciencias prácticas.


4.2. Felicidad y virtud
El comportamiento moral es finalista: queremos, elegimos, actuamos con vistas a conseguir algo que consideramos "bueno", y en tanto que "bueno" lo deseamos. Pero esos "bienes" o "fines" se subordinan unos a otros, de manera que hay bienes o fines intermedios -aquellos que son un medio para lograr otros-, y bienes o fines últimos -los que son elegidos por sí mismos y no con vistas a otras cosas-. Para Aristóteles el "bien" o fin último del hombre es la felicidad o eudaimonía (el término equivale, más o menos, a vivir bien, tener buena suerte o fortuna, y a obrar bien) porque todo lo demás se elige para conseguirla a ella y ella hace que la vida valga la pena, es decir, que sea algo digno de ser vivido.
Pero los desacuerdos surgen desde el momento en el que se pretende determinar qué es la felicidad, qué nos hace felices. La prueba la tenemos en que para unos la felicidad es el placer, para otros son las riquezas o el honor, por ejemplo. Para resolver esta incógnita, Aristóteles investiga cuál es la naturaleza del ser humano y establece que el ser humano es feliz si desarrolla las actividades que le son propias y naturales. Esta afirmación está directamente relacionada con su concepción teleológica de la naturaleza, según la cual todo ser natural tiende a desarrollar las actividades que le encaminan hacia el logro de su propio “bien” o “fin”. Por tanto, el ser humano también tiende a desarrollar funciones que le permiten obtener su fin. Pero determinar cuáles son las funciones propias del hombre es complejo. La actividad más propia y natural del ser humano, dada su naturaleza o alma racional, es la actividad intelectual o racional. Por tanto, la forma más perfecta de felicidad para el ser humano es la actividad contemplativa.
Aristóteles reconoce que el ser humano no es sólo intelecto o entendimiento, el humano tiene otras necesidades y problemas que resolver, ya sean necesidades físicas, afectivas, económicas, etc. Ese ideal de vida dedicado enteramente al estudio y a la búsqueda de la verdad es prácticamente imposible de alcanzar para la mayoría de los humanos; e incluso quienes se dediquen al estudio, sólo pueden hacerlo durante escasos períodos de su vida. Nuestra felicidad, como se deduce de lo anterior, no es absoluta sino limitada.
La manera “humana” de alcanzar la felicidad depende de la posesión de ciertos bienes corporales (salud…), exteriores (medios económicos…) y, en especial, de la adquisición de las virtudes morales.


4.3. Las virtudes morales
La virtud, como acabamos de señalar, es el medio óptimo para lograr la felicidad. Aristóteles establece una distinción entre virtudes intelectuales o dianoéticas, que son las que perfeccionan el conocimiento, y virtudes éticas que son las que perfeccionan el carácter o el modo de ser y de comportarse.
Entre las virtudes intelectuales, Aristóteles le concede una especial relevancia a la prudencia, pues gracias a ella, la persona sabrá determinar en cada circunstancia qué es lo correcto o adecuado.
Las virtudes morales las define como el hábito de saber elegir el término medio de acuerdo con la prudencia.
Los aspectos de esta definición de virtud más destacables son los siguientes:
a) En tanto que hábito, la virtud no es algo innato -si así fuera todos seríamos buenos y ello no ocurre- sino algo que se adquiere. El humano tiene la capacidad inicial o potencial para llegar a ser virtuoso, llegará a serlo mediante la práctica, o sea, repitiendo actos considerados virtuosos hasta que esa disposición potencial se transforma en una tendencia o disposición más o menos permanente de su carácter; esa tendencia le predispone a obrar, tanto en el presente como en el futuro, de una determinada manera, hasta el punto de que le resultará más difícil obrar en sentido contrario. El hábito moral adquirido, por lo que acabamos de señalar, dificulta la elección de conductas viciosas.
Aristóteles hace de las virtudes cualidades del carácter profundamente enraizadas en la persona y, por consiguiente, definitorias de su manera de ser.
b) La virtud es hábito de elegir el término medio o justo medio entre dos extremos que se consideran viciosos tanto por exceso, como por defecto. Por ejemplo, temeridad (exceso), valentía (término medio), cobardía (defecto). Con respecto al mal, sin embargo, la virtud es siempre un extremo, una excelencia, pues en el mal no hay término medio, ni posibilidad alguna de acertar.
El término medio cuando se refiere al ser humano, y no a los objetos en sí, no es una medida exacta, una media matemática, sino algo relativo que depende de la persona y las circunstancias. Ese término medio es un saber elegir y compaginar la norma general y la situación concreta, dicho de otro modo, es una sabiduría práctica o prudencia que nos capacita para "ver", para discernir, qué es lo justo, lo que ha de hacerse, dependiendo de las circunstancias; este discernimiento busca el equilibrio entre la razón (sabiduría, prudencia) y las pasiones o deseos .

El estilo de vida feliz por excelencia, el modelo ideal, es la vida contemplativa, la vida dedicada al estudio y a la búsqueda de la verdad. La vida contemplativa nos hace felices, según Aristóteles, porque: a) nos permite ejercitar lo mejor, lo más noble, que hay en nosotros: la razón; b) es una actividad que puede desempeñarse con independencia del reconocimiento de los demás. Esto no ocurre con otras actividades; c) es una actividad más duradera que otras (ejercicio físico, por ejemplo) porque es sosegada; d) proporciona placer, el placer más puro que se puede lograr; e) requiere ocio; f) es una actividad que se desarrolla para satisfacer el deseo de conocer.
No obstante, Aristóteles es consciente de las dificultades que entraña llevar una vida de este tipo. Para vivir así hay que tener resueltas otras necesidades previas como tener salud, disfrutar de una situación económica óptima, tener amigos, etc.


4.4. La política: el Estado
El Estado no es una convención como afirmaban algunos sofistas, sino una comunidad natural o "por naturaleza" que tiene su fundamento en el carácter social del ser humano. Como reconoce el propio Aristóteles, algunos animales son sociales, pero por un instinto gregario; en cambio, la sociabilidad humana es relación, convivencia (amistad), comunicación... basada en la palabra, es decir, en la capacidad racional-simbólica que sólo el humano posee. Gracias a la palabra o logos, los humanos determinan qué es justo o injusto, conveniente o dañino, etc. y comparten con otros esos sentidos o significados: llegan, de este modo, a acuerdos, instauran las leyes del Estado, educan a los jóvenes..., en suman, constituyen la sociedad.

"De todo ello resulta, pues, manifiesto que la ciudad es una de las cosas naturales, y que el hombre es por naturaleza un animal social, y que el insocial por naturaleza, y no por azar, es mal hombre o más que hombre...
La razón por la cual el hombre es, más que la abeja o cualquier otro animal gregario, un animal social es evidente: la naturaleza, como solemos decir, no hace nada en vano, y el hombre es el único animal que tiene palabra. La voz es signo de dolor y de placer, y por eso la tienen también los animales, pues su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y placer y significársela unos a otros; pero la palabra es para manifestar lo conveniente o dañoso, lo justo o injusto, y es exclusivo del hombre, frente a los demás animales, el tener él sólo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, etc., y la comunidad de estas cosas es lo que constituye la casa y la ciudad". Aristóteles, Política.

El Estado es la etapa final o entelequia de los tipos de comunidad que se han ido sucediendo: la familia, la aldea y la polis o ciudad-estado como etapa definitiva y perfecta porque no sólo garantiza la vida, la supervivencia, sino, sobre todo, porque permite "vivir bien" y tener una "vida buena". El Estado tiene como fin promover y asegurar la felicidad y la moralización de sus miembros.

Es el encargado de imponer y mantener la justicia. La justicia equivale al cumplimiento de la ley. Las leyes del Estado, según Aristóteles, imponen acciones virtuosas y, como además ayudan a la adquisición de los hábitos correctos, tienen un papel destacado en la educación de los jóvenes[1].
La justicia también es la distribución de bienes (honores, cargos...) entre los ciudadanos en función de sus méritos; el Estado se encarga de ese reparto.
El hombre apartado de la ley y la justicia es el peor de los animales.

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