domingo, 12 de julio de 2009

Descartes

DESCARTES

I/ INTRODUCCIÓN

1.1 Descartes, biografía y obras
Filósofo y matemático francés del S. XVII. Se lo considera el "padre" de la filosofía moderna por el giro que imprimió al problema del conocimiento: la razón pasa a ser la realidad primera, el punto de partida de la filosofía, y por su ataque al realismo ingenuo al mantener que la realidad tiene que ser demostrada desde la razón. La razón es la que determina qué es real y qué no.
Entre sus obras más importantes tenemos: Reglas para la dirección del espíritu, Discurso del método, Meditaciones metafísicas , etc.


II/ EL MÉTODO EN DESCARTES

2.1/. Razones para la búsqueda de un nuevo método
Esas razones las encontramos en la experiencia personal del propio Descartes. Tal y como cuenta en algunas de sus obras, estaba animado por un insaciable deseo de conocer para así distinguir lo verdadero de lo falso y orientar su vida con seguridad. Pero el entusiasmo inicial se transforma en desilusión, tras varios años de estudio reconoce que sólo ha cosechado errores, dudas, conocimientos inseguros. Decide entonces lanzarse al "gran libro del mundo", pero tampoco encuentra la certeza que busca: las costumbres y las creencias cambian, las actitudes también... ¿Dónde buscar ese punto de apoyo necesario para buscar la verdad si los saberes recibidos y las ciencias del momento son tan endebles?.
Decepcionado decide entregarse por sí solo y confiando en su sola razón a la búsqueda del método. Toma la importante resolución de no aceptar ni rechazar opinión alguna hasta no encontrar un método con el que orientarse. Cuenta que resolviendo problemas matemáticos descubrió cuál es el proceder de la razón en la búsqueda de la verdad. Los pasos que siguen los matemáticos son los siguientes: partir de unos elementos simples –como por ejemplo, puntos, líneas., superficies, etc.- que se consideran evidentes y, ateniéndose a un orden deductivo riguroso, desarrollar sus conocimientos; en suma, evidencia en los primeros principios de los que se parte y orden en la deducción o en el paso de una verdad a otra. Evidencia y orden y no son otra cosa que los modos de conocer de la razón, respectivamente: intuición y deducción. La razón sólo puede encontrar su manera de operar o su método en sí misma porque la tradición y el consenso colectivo han perdido todo el crédito.
Descartes está convencido de que cuando la razón se ocupa del conocimiento o de orientar la vida y la acción, su modo de proceder para descubrir la verdad es único, por consiguiente el método también tiene que ser único aunque se aplique a objetos o áreas del saber distintos.
Este método universal y único le fue sugerido a Descartes, como ya hemos señalado, por las matemáticas y se basa en la

2.2-. Las reglas del método y su fundamentación.
Descartes define el método como un conjunto de reglas fáciles y sencillas de aplicar, mediante las cuales no se tomará como verdadero lo que es falso y viceversa. Las reglas del método funcionan como una "herramienta" para descubrir la verdad; si se carece de método no vale la pena intentar nada en la empresa del conocimiento porque, si algo se logra, se deberá más al azar que a un proceder seguro y firme. Las reglas del método cumplen otra importante misión: evitar torcer o anular la capacidad o "luz natural" que tiene la razón para conocer la verdad. Esa capacidad de la razón para distinguir lo verdadero de lo falso puede verse afectada por la tradición, los prejuicios, los conocimientos poco firmes, las falsas opiniones.
Pero, ante todo, el método no es un mero instrumento para descubrir la verdad, sino el reflejo del proceder mismo de la razón cuando conoce.
Las reglas del método no son algo impuesto a la razón desde fuera, sino una explicitación de las capacidades de ésta. De modo que si la razón se atiene a su propia ley, si la mente se adecua al proceder de la propia mente, se descubrirá la verdad.

Las reglas del método son las siguientes:
1º Regla (regla de la evidencia): "No aceptar nunca como verdadera cosa alguna que no supiera con evidencia que lo era, así se evita la precipitación y la prevención".
Aquí se propone como criterio de verdad, o sea, como modelo para decidir la verdad o falsedad de algo, la evidencia. La evidencia se define como aquella idea que es clara -aquella idea que se impone a nuestra razón con tal fuerza y firmeza que no cabe el menor asomo de duda- y distinta -aquella idea que se capta con tal precisión que se puede diferenciar de otras ideas quizás confusas. Una idea clara y distinta es aquella que se impone por sí misma, sin supuestos, sin confusiones, sin posibilidad alguna de que la mente se niegue a aceptarla.
Se introduce un nuevo concepto de verdad, la verdad se transforma en una evidencia racional, en una certeza absoluta e inquebrantable que se produce en la razón y por ella misma, sin depender para nada de los sentidos o de otra autoridad ajena. (La escolástica insistía en un conocimiento directo e inmediato que no hay que elaborar mediante otros procesos psíquicos como, por ej., la abstracción).
Esta regla también señala que hay que evitar la precipitación: tomar como verdadero algo que no lo es, y la prevención: negarse a aceptar una verdad evidente.
La utilización de la primera regla supone ya el uso de la duda, puesto que toda opinión tiene que ser considerada falsa antes de descubrir si es indubitable o no. Esta regla supone también una confianza absoluta en el poder y alcance de la razón.

2º Regla (regla del análisis): "Hay que dividir cada una de las dificultades que se examine en tantas partes como sea posible y requiera la solución".
Se trata de un proceso de análisis que debe conducirnos a lo más "simple". Si estamos ante un problema procedamos a dividirlo en todas las partes que sea necesario hasta alcanzar lo más "simple". Lo "simple" es aquella idea cuya verdad se capta de manera directa e inmediata con claridad y evidencia. A este tipo de ideas las denominó Descartes "naturalezas simples".

3º Regla (regla de la síntesis): "Conducir con orden los pensamientos para, partiendo de los más simples y fáciles, llegar a los más complejos".
Se trata de un proceso de síntesis que exige seguir un orden riguroso: partir de lo que se sabe que es cierto y verdadero para luego deducir proposiciones o argumentos más complejos.

4º Regla: "Hacer enumeraciones detalladas y revisiones tan generales que estemos seguros de no omitir nada".
Se trata de un procedimiento de revisión con el que se pretende la máxima seguridad en el proceso deductivo, puesto que en este encadenamiento deductivo pueden darse olvidos, saltos, precipitaciones que arruinen toda la explicación o demostración.

Estas reglas metodológicas derivan, según Descartes, de la propia razón, de sus dos modos de conocer: la intuición y la deducción.
La intuición es una "visión" puramente intelectual, tan clara y distinta desde el punto de vista subjetivo, que lo que se capta mediante ella no deja lugar a dudas. Esta certeza o evidencia surge de la mismísima razón y no se ve interferida ni por la información sensorial, ni por la imaginación o la tradición.
La intuición está en la base de la primera y segunda reglas.
La deducción es esa actividad o proceso que nos permite deducir o extraer unas proposiciones a partir de otras. La deducción se apoya en la intuición y la memoria. El movimiento o encadenamiento que supone la deducción nos permite, partiendo de verdades conocidas mediante la intuición, llegar a nuevas proposiciones que se siguen o infieren de las anteriores, y que también son verdaderas aunque al principio de este proceso deductivo no lo supiésemos.
La deducción está presente en las reglas tercera y la cuarta.

2.3-. La "duda metódica" como método filosófico.
Las reglas del método cuando se aplican a la filosofía aparecen como la "duda metódica". Sabemos ya que sin un método la labor de reconstrucción de la filosofía es inútil.
Descartes busca una o unas pocas verdades sólidas y firmes sobre las que construir su sistema filosófico. Pero esta labor constructiva exige como paso previo la aplicación constante y sistemática de la duda. Hay que dudar de todo por más evidente que nos parezca. Todo aquello que suscite la más mínima sospecha tiene que ser considerado falso, al menos provisionalmente, sólo así, tomando estas precauciones, estaremos seguros de tomar como verdadero lo que realmente lo es.
Las características de la duda cartesiana son las siguientes:
a) Metódica: Es un paso previo para obtener la evidencia, la verdad, es decir, la primera regla del método indica que sólo hay que considerar como verdadero lo que se intuya con claridad y distinción; ahora bien, para lograr una evidencia de este tipo lo primero que hay que hacer es dudar.
Pero la duda cartesiana no es una duda escéptica porque él afirma que el hombre puede llegar a la conocer verdad.
b) Universal: Se aplica a los fundamentos mismos de nuestras creencias y certezas.
c) Teorética o teórica: No afecta a las normas morales y las costumbres.


III/ LA REALIDAD EN DESCARTES.
3.1-. El proceso de la duda y la primera certeza.
Con la duda Descartes no ataca tanto a verdades concretas cuanto a los fundamentos mismos de la certeza. Descartes ha dudado ya de los saberes de la época y de su experiencia del "mundo".
El proceso de la duda se desarrolla así:
a) Duda de los datos de los sentidos: En más de una ocasión nos han engañado y continuarán haciéndolo, por tanto, no son fiables.
Aquí el fundamento que se ataca es nuestra creencia en que ellos son la fuente de información más segura sobre el mundo exterior.
Sin embargo, por más ilusiones sensoriales o perceptivas que hayamos sufrido, parece imposible dudar de certezas sensibles como que "estoy aquí ahora haciendo lo que hago"... Pero ¿hasta qué punto podemos estar seguros?, para confirmarlo propone lo siguiente:

b) La indistinción entre sueño y vigilia: A veces las imágenes de los sueños son tan "reales" y vivaces que nos parece estar despiertos y, sin embargo, ¡estamos soñando!. ¿Y si estuviera soñando que ahora estoy aquí haciendo lo que hago?, ¿cómo sé que lo real es lo que percibo, siento o pienso durante la vigilia y no lo que acontece durante el sueño?.
Podemos pensar, no obstante, que las imágenes de los sueños parecen ser "copias" de algo real, por tanto, habría que admitir como reales los cuerpos, la extensión, los razonamientos matemáticos, los números... Pero ¿podemos estar seguros de esto?. Veámoslo.

c) La hipótesis del "Genio maligno": Puede que exista un Genio tan astuto que me haga equivocarme siempre en mis razonamientos, incluso en aquellos que son correctos, como por ej.: "dos y dos son cuatro". La dificultad para distinguir el sueño de la vigilia no había afectado a las verdades matemáticas, pero ahora con esta hipótesis se ven afectados todos nuestros conocimientos.

El resultado de todo este proceso no puede ser más desalentador, nada queda en pie. Si no nos podemos fiar de nuestros sentidos ni de nuestros razonamientos, si tampoco podemos discriminar realidad de ficción, parece absurdo e inútil buscar la verdad.
Pero de la duda acaba brotando la certeza. En efecto, puede que yo me equivoque siempre, que lo que creo verdadero sea falso, que piense erróneamente, que lo que digo ver o sentir sea un sueño..., sin embargo, de lo que no puedo dudar es de que estoy pensando y para pensar, aunque sea erróneamente, tengo que existir, pues si no existiese no podría pensar, dudar, equivocarme...
Llega a su primera certeza: "pienso, luego existo", "yo soy, yo existo". Las consecuencias inmediatas que extrae Descartes son las siguientes:
a) Esta certeza se convertirá en el prototipo de verdad: todo cuanto sea intuido con igual claridad y distinción, se considerará verdadero. "Claridad", "distinción" o "evidencia" son las condiciones que deberá cumplir cualquier proposición para ser aceptada como verdadera.
Hay que señalar, por otra parte, que la afirmación "pienso, luego existo" no es el resultado de ningún silogismo o razonamiento lógico, sino una idea "simple" a la que se llega por una intuición intelectual inmediata en la que no interviene ningún factor ajeno a la propia razón. Por tanto, se obtiene aplicando la primera regla del método.
b) Esta certeza será el primer principio sobre el que construir su sistema filosófico. Las restantes partes del sistema se irán deduciendo a partir de aquí, bastará con aplicar correctamente las reglas del método.
c) La consecuencia más importante que se sigue de esa primera certeza es afirmar la existencia del pensamiento o del yo como sustancia, con la consiguiente distinción entre entre alma y cuerpo.

El razonamiento que sigue Descartes para afirmar tan taxativamente la existencia del "yo" o del pensamiento, como ya señalamos antes, es el siguiente: puedo fingir que no tengo cuerpo, que no hay mundo ni lugar o espacio alguno, puedo dudar de la verdad de todos mis pensamientos, puedo pensar que hay un genio que me engaña sistemáticamente; pero no puedo dudar del hecho mismo de pensar, de que soy yo mismo quien está pensando.
A partir de los pensamientos o ideas que descubre en sí mismo afirma que existe como una "cosa", "res " o sustancia que existe, pero -aquí está la clave- únicamente existe como pensamiento, no como cuerpo. Todavía no puede admitir que sea o tenga cuerpo porque tal conocimiento es confuso, es una información que depende de los sentidos y estos nos engañan tal y como puso de manifiesto el proceso de la duda; además, la primera regla del método recomienda evitar la precipitación.
Por pensamiento -o cogito- entiende Descartes "una cosa que duda, entiende, concibe, afirma, niega, quiere y no quiere, y también imagina y siente". Así, todas las operaciones del entendimiento, la voluntad y los sentidos de las que somos conscientes dependen del pensamiento, del yo, y lo que resulta pensado son ideas. Bien, pues, de toda esa actividad consciente es de lo que no podemos dudar.

En resumen, de lo que no se puede dudar es del yo o del pensamiento y sus correspondientes actos psíquicos. La evidencia se circunscribe a ese ámbito, por consiguiente, de donde hay que partir para deducir la existencia de otras realidades es del pensamiento, es decir, hay que deducir la existencia de la realidad a partir de la existencia del pensamiento. El problema que se plantea es cómo salir de esa clausura en la que está encerrado el pensamiento, puesto que el pensamiento no recae directamente sobre la realidad exterior, sino sobre las ideas. Según Descartes el pensamiento piensa ideas, por ej, si pienso "la mesa es verde" yo no estaría "viendo" o aprehendiendo directamente ese objeto concreto de ese color que, supongo, está ante mí. Según Descartes, yo estaría pensando en las ideas de "mesa" y "verde" que son representaciones mentales.

3.2-. Del "yo pienso" a la sustancia extensa.
La investigación de Descartes prosigue por el análisis de las ideas.
Como actos psíquicos o "modos del pensamiento" todas las ideas son iguales porque son vivencias nuestras. Como representaciones difieren entre sí, unas ideas tienen más realidad objetiva que otras. En función de esto Descartes establece la siguiente clasificación:
Ideas adventicias: las que parecen provenir del exterior. Por ejemplo, "árbol", "hombre", "azul", etc.
Ideas facticias: las que crea la propia mente a partir de otras. Por ejemplo, "centauro": hombre y caballo.
Ideas innatas: las que el sujeto tiene con independencia de los sentidos y la imaginación. El origen de estas ideas está en la propia razón. Por ejemplo, serían innatas las ideas de "existencia", "extensión" "sustancia", "pensamiento", etc.
Descartes parte del supuesto teórico de que tiene que haber una correspondencia perfecta entre la idea y lo que la causa: a) Las ideas, en tanto que representaciones, tienen que tener una causa eficiente, que posee unas características actualizadas; b) la causa no puede ser "inferior", no puede tener "menos realidad" que el efecto o idea, porque ¿de dónde podría sacar el efecto su realidad, si no es de su causa?, ¿y cómo podría esa causa comunicársela al efecto si no la tuviera ella misma?.
La conclusión a la que llega es que la "realidad objetiva" de la idea tiene que provenir de una causa que contenga, al menos, tanta "realidad formal y actual", como "realidad objetiva" contiene la idea. (La realidad formal, actual son las características que se dan de modo real, efectivo y, además, actualizadas, en la realidad extramental que origina la idea. La realidad objetiva es el contenido o representación, es decir, las características de algo tal y como están reflejadas o presentes en la idea).

Llegados a este punto, Descartes empieza a explicar el origen de algunas de las ideas que encuentra en sí mismo para ver si encuentra alguna cuya causa no sea el propio "yo" o "pensamiento", y acabará encontrando que las ideas de "infinitud" y "perfección" y "Dios" tienen tal realidad objetiva que su causa sólo puede ser Dios como ente real y existente.
Las pruebas de Descartes sobre la existencia de Dios son "a priori": de la idea de "Dios" se deduce su existencia.
Argumentos a favor de la idea innata de Dios y su existencia:
a) Variante del argumento ontológico: Por "Dios" entiendo "una sustancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente, que me ha creado a mí mismo y a todas las demás cosas". La idea de “infinito” no puede proceder de mí, siendo como soy una sustancia finita. Por consiguiente, hay que concluir que Dios es la causa eficiente y formal (real) de esa idea que hallo en mi.
b)Si yo fuese el autor de mi propio ser me habría dado todas las perfecciones de las que tengo alguna idea y, por consiguiente, sería Dios; si me hubiese dado a mí mismo lo más difícil, que es la existencia, no me habría privado de nada de lo que está contenido en la idea de Dios. Por tanto, dependo de otro ser ( es decir, he sido creado por Dios).
c) La idea de Dios no la he adquirido a través de los sentidos, ni es una creación o invención de mi mente. Es una idea innata, como lo es la de mí mismo.

Después de demostrar que Dios existe y es infinitamente bueno y veraz, hay que reconocer que no me puede haber creado con unas facultades intelectuales tan endebles o defectuosas que siempre me esté engañando, incluso cuando intuyo algo con claridad y distinción. Dios no puede permitir que me esté equivocando cuando tengo ideas evidentes sobre extensión o movimiento, por ej. Por tanto, hay que admitir que la realidad exterior existe.
Dios, según esto, aparece como garantía de que a mis ideas les corresponde una realidad extramental, un objeto real. Pero, eso sí, la veracidad y bondad divina únicamente aseguran la validez y objetividad de las ideas relativas a cualidades primarias como extensión, movimiento; todas las ideas correspondientes a cualidades secundarias carecen de validez, no están garantizadas.
La extensión, en concreto, es la característica esencial de la realidad exterior.

3.3-. El concepto de sustancia y sus tipos.
La definición cartesiana de sustancia afirma que sustancia es "una cosa que existe de tal modo que no necesita de ninguna otra para existir".
Tipos de sustancia: -Sustancia infinita o Dios, a quien conviene perfectamente la definición porque él no depende de nada para existir, pero todo lo demás depende de él. En el argumento ontológico señalamos los rasgos esenciales de Dios.
-Sustancias finitas: -sustancia pensante o alma cuyo "atributo" esencial y único es el pensar. Los "modos" o manifestaciones concretas y/o accidentales serían los pensamientos concretos.- Sustancia extensa: el cuerpo humano y los cuerpos en general. El "atributo" esencial es la extensión, y los "modos" o rasgos accidentales son la figura y el movimiento.
Una sustancia finita no depende de otra sustancia finita para existir, pero como sustancias finitas que son dependen de Dios.

La concepción del hombre que defiende Descartes es dualista, alma y cuerpo son sustancias distintas que no se necesitan la una a la otra para existir. Por una parte, tenemos esa actividad mental interior, no espacial, inmaterial, relacionada tanto con el entendimiento como con la voluntad. Por otra parte, tenemos un cuerpo extenso, que se da en el espacio y se halla sometido a las mismas leyes mecánicas que cualquier otro cuerpo extenso. El problema que se plantea inmediatamente es el de la comunicación entre las sustancias, así se lo conoce concretamente. ¿Cómo y dónde entran en contacto la mente y el cuerpo? ¿esta distinción tan tajante entre alma/cuerpo es una interpretación correcta del ser humano? ¿somos dos realidades distintas o una sola?.
La razón por la cual Descartes establece una separación tan radical entre alma/cuerpo o mente/materia es para salvaguardar la autonomía y libertad del ser humano. Tengamos en cuenta que la ciencia clásica imponía una concepción mecanicista de la Naturaleza, según la cual todo acontecimiento está rígidamente determinado, el resultado es que no hay lugar alguno para la libertad. Pero si negamos la libertad humana, entonces la conducta moral, con todos sus valores y normas, queda anulada o negada. La solución cartesiana consistió en separar y diferenciar el alma de cuerpo afirmando que son realidades autónomas.

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